Narración: sacar al perro.


Esta historia comienza en un día de lluvia, yo paseaba por la plaza Gibraltar cuando me topé con un perrito abandonado en una caja. Esta situación me causó tristeza por lo que decidí adoptarlo.

Al llegar a casa mi madre lo rechazó diciendo que no teníamos tiempo ni espacio para cuidar de un perro. Me dijo que debía llevarlo a una perrera, yo le dije que no se preocupara, yo lo cuidaría.

Mi madre dudosamente aceptó que me quedase con el perro pero ella no se encargaría de cuidarlo y al menor problema lo llevaría a la perrera.

Los meses transcurrieron con normalidad, mi nuevo amigo poco a poco se convertía en un perro adulto. Mi madre se encariñó tanto con el perro que hasta le compró un collar con su nombre.

Mi perro se llama Wilson, es color café con manchas blancas, es grande y su cola se menea la andar. Tiene un pelaje frondoso, en parte se debe a su raza: pastor alemán

Está acostumbrado a salir todos los martes a pasear, siempre puntual en las tardes se posa en la puerta esperando salir.

Otro martes ha llegado y mi perro se prepara para salir, se pone impaciente desde la mañana, sin embargo su hora de paseo es a las 5:00 PM.   

Llegada la hora yo alisto todo antes de salir, tomo su correa y la ato a su collar mientras lentamente sale a esperarme en el patio de la casa.

Salimos puntuales y comenzamos a trotar hasta llegar a la plaza, ya ahí comemos algo y volvemos de regreso. Otro día ha pasado y Wilson duerme tranquilamente en su cama.

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